jueves, 4 de octubre de 2018

El té de las cinco

 Revolviendo el caos en la ventana
volviendo y volviendo a ver
tras el pálido foco que nos mira
los mensajes perdidos que flotan
como muestras del obsceno rostro
del envés de las hojas en otoño.

 Bebiendo de los charcos a patas,
de los astros perdidos
y su quebradiza memoria,
recojo el color de los días
que ya no son tan cortos
como los imaginaba.

 Crujiendo en mis pasos te presentas
al final de cada mes del final de cada año
y como atletas de barrio saltamos
y nos colamos en los autobuses
para no mojarnos.
Nunca por fuera.

 Y vagamos por los andamios de la noche
y ciegos nos sorprende
el sonido de la muerte,
dejándonos caer
por las horas hiladas de cobre
tan puro y tan cobarde
que en otoño nos sorprende.


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